La siembra aérea en cultivos de cobertura permite ahorrar tiempo, utilizar menos herbicidas, controlar las malezas resistentes y, sobre todo, cuidar el medio ambiente.
La siembra aérea es una práctica que llegó para quedarse. La principal ventaja que tiene el avión agrícola para implantar son los tiempos operativos para hacer superficies grandes de cultivo, lo que además permite también ajustar esa operación de siembra cerca de un período de lluvia propicio. El avión juega un papel muy importante en la capacidad operativa que tiene de trabajo ya que el gran ahorro está en la no utilización de herbicidas.
Hay testimonios que dan fe de sus ventajas. Alcides Di Piero es aeroaplicador y miembro de la Cámara de Aeroaplicadores de la provincia de Buenos Aires (CAPBA) realiza siembra aérea de vicia sobre soja y centeno sobre maíz en la zona de Chacabuco. “Los beneficios son la posibilidad de sembrar después de una lluvia, la rapidez de lograr una siembra cuando tenemos un pronóstico de precipitaciones y la posibilidad de sembrar sobre otro cultivo implantado sin generar daños por pisoteo”, comentó Di Piero y explicó que “para el productor es rentable por no tener mermas de rinde por pisoteo”. Por otro lado, detalló que “el productor de punta ya lo tiene incorporado y años tras año se van sumando más a esta práctica”.
Diego Martínez, aeroaplicador y miembro de la Cámara de Empresas Agroaéreas Cordobesas (CEAC), realiza Siembra Aérea en el sur de la provincia de Córdoba, norte de La Pampa y oeste de San Luis. “Hacemos principalmente centeno porque es un cultivo muy adaptado a la zona, somos una zona marginal ya que caen 700 milímetros anuales en promedio por año”, contó Martínez y sostuvo que “eso hace que el propio centeno sea un cultivo muy rústico, muy adaptado a nuestra zona y buscando la variedad y los ciclos justos son los ideales”. También se hace algo de avena, trébol y trigo con un posible doble propósito. “Tanto el maíz como el girasol tienen la inserción de su alojamiento de semilla bastante alta, no menos de 50 a 60 cm y arriba del metro respectivamente”, explicó Martínez y resaltó que “en el 90% de los casos se hace cobertura sobre maíz, algo sobre girasol y muy poco sobre soja”.
Por otro lado, Martínez señaló que “los beneficios principales son la fijación de suelo, impide que haya erosión tanto eólica como hídrica, está demostrado que genera alelopatía que es una competencia de desarrollo de cada planta por luz y humedad y hace una muy buena competencia el cultivo de servicio a las malezas resistentes que tenemos en esta zona, como Yuyo Colorado, Rama Negra y algo de Cardo” y aclaró que “una vez que ese cultivo de servicio se desarrolle y se le haga un fin de su ciclo arbitrario, toda esa materia orgánica se incorpora y hace un aporte de nitrógeno”.
Realizar cultivos de cobertura es rentable porque todos estos beneficios se traducen a través de la forma aérea, sin daño por pisada. Además, “la rentabilidad también está asociada a la factibilidad de tiempo ya que se pueden hacer superficies importantes en poco tiempo”, resaltó Martínez y agregó que “toda esa competencia que hace a las malezas resistentes se traduce a posteriori en menor uso de fitosanitarios o al menos en menor dosis”. El aeroaplicador resaltó que “la técnica se está imponiendo cada vez más en los productores ya que tienen una convicción de cuidar el suelo”.
Aunque “no es una técnica que pueda reemplazar al fitosanitario sino que es complementaria porque éstos tienen una función muy específica, están desarrollados cada uno para controlar cada tipo de plagas, ya sea malezas, insectos, hongos. Creo que colaboran en los manejos agronómicos de muy buena forma permitiendo la reducción paulatina de los fitosanitarios”.
Finalmente, Martínez contó que “Uruguay tiene una legislación que obliga a los productores a hacer cultivos de cobertura” y opinó que “se podría evaluar darles beneficios fiscales a los productores que implementen la técnica porque están cuidando el suelo y sería una buena manera de colaborar para que puedan seguir invirtiendo en el cuidado de los mismos”.
Por su parte, el aeroaplicador y miembro de la Cámara de Empresas Agroaéreas de Santa Fe, Mauricio Fargioni, realiza esta técnica con triticale, avena, rye grass, vicia, avena negra o strigosa. Las zonas que más se utiliza para este propósito es en la región sur o media de la provincia de Córdoba, principalmente sobre rastrojo de maní, le siguen la región núcleo y la provincia de Buenos Aires. También se siembran sobre maíz a cosechar, soja a cosechar y sobre terrenos anegados por lluvia.
Fargioni detalló: “Entre los beneficios más importantes están la capacidad de inhibir el desarrollo de malezas resistentes a ciertos herbicidas, este fenómeno se lo denomina alelopatía porque las raíces de la semilla implantada no dejan prosperar el desarrollo de las raíces de las malezas” y explicó que “el costo beneficio que obtiene el productor se debe principalmente a que lo hace antes de cosechar adelantando así el desarrollo del cultivo y el pisoteo o tránsito con otro equipo que dañaría las plantas a cosechar, la rapidez y logística que tiene el avión, la semilla esparcida con avión debido a su velocidad de caída mejora la penetración en la cobertura por rastrojos”. Es importante destacar que “el cultivo de cobertura es un complemento en las labores culturales para combatir malezas, es muy difícil por ahora suplantar definitivamente a los herbicidas tradicionales pero lo cierto es que reduce significativamente el uso de éstos”.
La utilización de la siembra aérea entusiasma a muchos productores ya que tiene beneficios tanto económicos como medioambientales. A través de la siembra de cultivos de cobertura se puede ahorrar tiempo, controlar las malezas resistentes, utilizar menos herbicidas, hay aporte de nitrógeno al suelo, además de ser una práctica amigable con el medio ambiente.
Fuente: Todo Agro