El libertario no para de crecer en las encuestas. El macrismo entiende que le quita los votos desencantados. Las señales que puede capitalizar en una eventual gestión.
Más allá del relato histórico con el diario del lunes bajo el brazo, en la previa a las elecciones de 2015 nadie podía afirmar con seguridad que Mauricio Macri se convertiría en Presidente de la Nación. Podía haber deseos, por supuesto. Simpatías electorales, esperanzas resguardadas, temores, sensaciones de extraña inseguridad, pero nada estaba dicho hasta que se votó. Una, dos, tres veces. En la del medio, el peronismo perdió la Provincia de Buenos Aires.
Es posible que una buena parte de la militancia y la ciudadanía politizada haya cometido el error de no tomar en serio a Javier Milei. De entenderlo como un fenómeno mediático, un candidato “inflado” con bases electorales que no podían moverse mucho más allá de los grandes centros urbanos. Del mismo modo, el PRO era un partido vecinal con mucho marketing.
La antipolítica como bandera
Lo cierto es que el economista libertario empezó a ocupar el lugar que desde hace años nadie ocupa en la Argentina, la referencia antisistema que reniega de la clase política y convoca a las personas cansadas de encontrar problemas con cada alborada. Con la antipolítica como bandera y el libre mercado como guía, el diputado que regala el sueldo es admirador de Carlos Menem y Domingo Cavallo, dice que va a sacar todos los planes sociales, eliminar todos los subsidios, y prender fuego el Banco Central es el hombre que marca la agenda electoral del país a cuatro meses de las primarias en las que ¿saben? muy probablemente resulte el candidato más votado.
Las razones por las cuales un hombre que le dice “el uno” a Dios, niega a los treinta mil desaparecidos, le dice “zurdo de mierda” a todo aquel que no piense como él, y relativiza la gravedad de la venta de órganos en nombre del libre mercado son varias y responden a múltiples variables. La principal tiene que ver con el fracaso colectivo y los discursos la dirigencia tradicional que toca uno de sus puntos más críticos en la historia moderna. Sin duda, el peor desde la implosión neoliberal de 2001.
La angustiosa situación económica actual se tolera, en gran parte, porque aquello ya sucedió. El trabajo de las organizaciones sociales, los grupos religiosos, las organizaciones no gubernamentales y las militancias territoriales en general resulta fundamental para que la situación no vuelva a explotar. Más allá de la situación relacionada con los tecnicismos económicos, lo cierto es que la plata no le alcanza prácticamente a la mitad de la población y el Estado benefactor, tal como lo conocemos, corre serio riesgo de dejar de existir.
Juntos por la Libertad
Como marca la lógica, el enojo con la clase política se lo come al oficialismo. Casi todas las crisis de la Argentina moderna tienen su explicación en políticas que se arrastran de administraciones anteriores a la que toca lidiar con el estallido. Exigirle ese nivel de análisis al grueso de una ciudadanía que no llega a fin de mes parece demasiado. Pero los 45 mil millones de dólares que Mauricio Macri le pidió al Fondo Monetario Internacional constituyeron el préstamo más grande en la historia de la entidad y se utilizó, según el propio ex mandatario, para salvar bancos. Esto sin duda dio forma a la bomba de relojería mejor armada en la historia política del siglo XXI. Por esa razón, Macri no puede ser candidato a Presidente. El pueblo argentino suele tener una memoria frágil pero hay veces que mantiene los malos recuerdos demasiado frescos.
Por el momento, los guiños entre el ala dura del macrismo y Milei no pasan de coqueteos, aunque el contexto es más proclive a entender que ese juego de seducción responde a redireccionar ese coqueteo al auditorio empresario reunido en el sur del país durante la semana que termina.
Recelo empresarial a Milei
Más allá de su crecimiento en las encuestas, el diputado de La Libertad Avanza empieza a generar un cosquilleo negativo en el estómago empresario argentino. No son pocos los que advierten que las propuestas relacionadas con la dolarización y otros extremismos desregularizadores que Milei se compromete si llega a la Casa Rosada podrían resultar ruinosos para la economía argentina y, lo que es peor, para sus empresas.
Las filtraciones de los encuentros secretos que sentaron a toda la oferta presidencial opositora en Llao Llao pusieron en el tapete mediático la discusión en torno a la dolarización en el país, y sus consecuencias para la economía real de un país que ya tiene al 40% de la población por debajo de la línea de la pobreza. Más allá de los debates mediáticos hay informes que circulan entre las personas más influyentes del productivismo argentino y advierten sobre un dólar cercano a los diez mil pesos. Incluso, algunos de los que defienden la idea que deslizó el liberal hablan de un precio que irreversiblemente contemplaría tres ceros. Es decir, el plan de dolarización, apoyado en el sueño de aquellos que comparan esta crisis con el Rodrigazo y la hiperinflación y encuentran las salidas en Martínez de Hoz y Cavallo traería aparejado una devaluación feroz que golpearía de lleno el poder adquisitivo de la gente. Lo liquidaría casi por completo. Eso traería una parálisis comercial general, que también afectaría el ritmo de producción y, por ende, la demanda de mano de obra. Recesión total. Ahí sí, con nadie pudiendo comprar, los precios bajarían.
Invitar a Macri y a Bullrich a una interna
Por los números electorales que concentra alrededor de su figura es difícil que Milei decida sumarse a algún tipo de alianza que lo relegue a los segundos lugares. Al igual que sus competidores opositores, él es candidato a Presidente o no es candidato a nada. En los próximos meses deberá abocarse a armar listas de diputados y senadores que representarán a su partido político en el próximo Congreso. Ya no serán dos, como en la actualidad, serán más. Pero qué fin persigue la decisión de hablar bien de Macri y convidar a Patricia Bullrich con una interna a apenas cuatro meses de las primarias. La respuesta está en la estrategia y en los temores que se empiezan a generar desde afuera.
Quienes manejan los hilos del poder en Argentina pueden llegar a ser los únicos que ganan si un plan como el que ofrece Javier Milie funciona de la misma manera en que funcionaron los programas que, con ese sesgo ideológico, se aplicaron en el pasado. Pero le desconfían, no tienen claro quiénes formarán parte de su equipo de gestión y a quiénes estaría dispuesto a escuchar el libertario en caso de que acceda al despacho principal de la Casa Rosada. Por eso, Milei necesita achicar su universo de conflicto y decir, como dice Macri, “es por acá”.
El coqueteo de Milei con Macri y con Bullrich, y viceversa, no le está hablando a las personas, sino que le está hablando al círculo rojo. El mensaje es “podemos hacerlo juntos”. ¿Y por qué entonces no forman un mismo partido y ganan las elecciones? Porque, en política, todo es un poco más complejo.
Fuente: La Nueva Mañana