El gobierno de Estados Unidos viene llevando a cabo una guerra comercial contra China que afecta a la industria del entretenimiento. Amenazas cruzadas, acusaciones de todo tipo y bloqueos a productos del gigante oriental son sólo algunas de las medidas en un conflicto que no para de escalar.
Durante la presidencia de Donald Trump se llevó a cabo una guerra comercial a cielo abierto contra China. Con distintas excusas de espionaje, recopilación maliciosa de datos, amenazas a la seguridad nacional, la política y la economía, el entonces presidente de los Estados Unidos comenzó a poner trabas a empresas de tecnología china. Bajo la épica de “salvar a los estadounidenses de la amenaza comunista”, Trump buscaba prohibir o comprar las operaciones en suelo norteamericano de distintas empresas del estado asiatico. A un año de la asunción de Biden las relaciones siguen tensas y los bloqueos son moneda corriente entre ambos países.
Trump dio inicio a una nueva era del conflicto histórico de Estados Unidos con el gigante asiatico. Una guerra comercial— y mediática— a cielo abierto que, antes de la pandemia, parecía escalar hasta una guerra mundial, pero se quedó en lo que parece ser una guerra fría. China desafía el poderío estadounidense en distintos frentes: en cuanto a redes sociales, Tik Tok cobró mucha relevancia en el último tiempo, sobre todo en los más jóvenes; y no sólo eso, sino que fue la herramienta preferida de distintos grupos a la hora de boicotear los actos de campaña de Trump. También son un fuerte competidor en el área de la telefonía celular, con Huawei y Xiaomi ganando cada vez más espacio en el mercado. Por último, la industria de los videojuegos— que actualmente genera más ganancias que las industrias del cine y la música combinadas— tiene una fuerte presencia china, sobre todo a través del pulpo Tencent, la empresa de videojuegos más grande del mundo.
Según el portal especializado PC Gamer, Tencent tiene en su cartera más de 300 inversiones, lo que significa que virtualmente tiene una porción, más chica o más grande, de todos los juegos importantes que se lanzan mundialmente. La compañía, por ejemplo, es dueña de Riot Games, la empresa detrás de League of Legends, que sigue siendo uno de los juegos más populares de computadora, con millones de usuarios en todo el mundo. Además, el juego sigue entre los primeros en las visitas de la plataforma Twitch y posee el circuito más importante de deportes electrónicos (Esports) que prácticamente catapultó al resto, al demostrar que era un negocio rentable, hace una década.
Pero no sólo eso, Tencent posee un 40% de Epic Games, una empresa que entró al mercado de la venta digital de videojuegos hace unos años, disputando la hegemonía de la plataforma Steam, de la empresa estadounidense Valve. Epic es conocida por estar detrás de Fortnite, pero su carácter de tienda de videojuegos y el hecho de que sea la dueña del Unreal Engine— una de las herramientas más importantes para desarrollar videojuegos— no es algo para ignorar. En porcentajes más chicos, Tencent también tiene la mano dentro de Activision Blizzard, otro de los grandes gigantes de la industria, que tiene juegos de la talla de Call of Duty, Overwatch y World of Warcraft.
Cuando la situación comenzó a escalar, desde la Casa Blanca aseguraron que el conflicto con Tencent sólo afectaba a la aplicación Wechat, y que no habría consecuencias para League of Legends o Fortnite. Por otro lado, un bloqueo a Tik Tok y Wechat que parecía inminente fue desactivado en junio del año pasado por Biden, asegurando que el escrutinio y las preocupaciones por la seguridad continúan de todos modos.
La relación con China en la era Biden no ha cambiado demasiado. El presidente demócrata continúa con las sanciones y bloqueos a empresas e individuos chinos, siguiendo la línea de su antecesor, pero sin el show mediático que caracterizó los años de Trump. Sin embargo, el cambio de gestión si llevó a algunos puntos de acuerdo entre el gigante asiatico y Estados Unidos como el cambio climático. Por otro lado, ambos países se mostraron en contra del conflicto en Ucrania, aunque con matices.
Trump hizo de la guerra contra China uno de sus principales caballos de batalla de cara a las elecciones presidenciales. El ex mandatario buscó posicionarse como el “defensor de los derechos, los datos y la privacidad” de sus ciudadanos, frente al enemigo chino. A poco más de un año de la asunción de Biden podemos ver que la mayor diferencia con su antecesor fue de forma, más de no fondo. Se dejaron de lado las declaraciones belicosas y la construcción de una retórica del “enemigo comunista”, mientras por lo bajo continúan las sanciones y las “preocupaciones” por la seguridad nacional y el crecimiento de su principal competidor.
Fuente: Télam