La comunidad del doblaje latinoamericano está de luto. Rubén Moya, el actor mexicano conocido por haber prestado su voz al príncipe Adam en la versión latinoamericana de He-Man, falleció el pasado 12 de junio tras una larga batalla contra el cáncer de garganta. Tenía 62 años y desde que se conoció la noticia, toda Latinoamérica parece haber reaccionado de manera masiva en redes sociales con mensajes que definen el tsunami de emociones que provocan las influencias culturales arraigadas a la infancia.
Porque este mexicano dueño de una trayectoria de 45 años no habrá sido una estrella de Hollywood, pero el poder de su voz quedó marcada a fuego en todos aquellos que fuimos niños en los años 80.
Sin embargo, ni él mismo era consciente del golpe cultural que su voz estaba provocando a través de la generación infantil de la época. El día que se dio cuenta se quedó tan asombrado que tuvo que huir despavorido al ser testigo del poder que “su voz de He-Man” tenía en la muchedumbre infantil.
Rubén Moya estaba estudiando Leyes cuando decidió abandonar la carrera en el tercer semestre y dedicarse de lleno a su pasión como actor. El destino lo llevó hasta la industria del doblaje. Sin embargo, todavía no existían las escuelas dedicadas a enseñar esta profesión y tuvo que aprender sobre la marcha con todos los actores en la misma sala y un solo micrófono para cada proyecto. Estos fueron los inicios de una larga trayectoria como locutor, actor y director de doblaje.
Participó en más de 300 proyectos, poniéndole sonido hispano a las palabras de los personajes de Morgan Freeman, Arnold Schwarzenegger y Jack Palance. Fue el narrador de La guerra de los mundos (2003) y La marcha de los pingüinos (2005) y prestó su voz al Emperador Zurg de Toy Story y a Apollo en la película de Los Caballeros del Zodiaco: Obertura del Cielo, entre muchos más. Pero ninguno dejó la huella imborrable de su voz gritando aquel lema legendario que tantas veces repetimos jugando en la infancia: “Por el poder de Grayskull, ¡Ya tengo el poder!”
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Para evaluar el impacto que tuvo la serie y la voz de Rubén en la comunidad latinoamericana debemos tener en cuenta un dato esencial: que estamos hablando de una serie animada que apenas duró dos temporadas. He-Man y los Amos del Universo estuvo compuesta de 130 episodios, se emitió originalmente entre 1983 y 1985, y a pesar de su corta duración fue una de las series animadas más populares, emblemáticas y recordadas de la década.
En realidad, somos muchos los adultos que en la actualidad albergamos recuerdos entrañables de aquellas tardes junto a He-Man, las batallas constantes contra Skeletor y sus aventuras en el planeta de Eternia junto a su hermana She-Ra, su mascota Battle Cat y Orko.
Rubén Moya ya se encontraba trabajando en la industria cuando un amigo director de doblaje lo llamó para ofrecerle el personaje de Adam. Corría el año 1982 y al principio era algo sencillo. Es más, en los orígenes del proyecto no estaba locamente enamorado de He-Man porque le parecía un personaje muy “limitado”, como explicó en 2020 durante una entrevista para Smash. Sin embargo, todo cambió cuando la serie comenzó a cosechar fans a diestro y siniestro.
Porque no se dio cuenta del impacto de He-Man y los Amos del Universo hasta que lo vivió en carne y hueso. Al tratarse de un dibujo animado y de un trabajo de doblaje que nunca se promociona como parte de la publicidad de ninguna serie o película (a no ser que el doblaje lo haga alguien famoso o con cierta influencia popular), Rubén Moya vivía completamente ajeno al impacto que su voz estaba teniendo en los niños hispanoparlantes. Hasta que llegó a la fiesta de cumpleaños del hijo de un amigo.
Le pidieron si podía sacarse una foto con el cumpleañero, alzándolo como si fuera la espada de He-Man y recitando la famosa frase de transformación del personaje. «Cuando lo bajé había como 200 [niños] formados atrás. Tuve que levantarlos a cada uno… ¡por el poder de Grayskull…! Cuando pude me eché a correr y salí de ahí. Huí cual vil cobarde, de verdad».
Fue en ese momento que se dio cuenta que estaba formando parte de algo con gran impacto que terminó acomodándose también en el plano personal. «Es algo muy especial porque incluso se queda en uno. En mí se quedó. A veces he tenido que hacer doblajes donde tenía que decir palabrotas o, en fin, hablar con ciertas cosas que no son muy de mi agrado. Y ahora que lo analizo, creo que el personaje de He-Man dio una imagen a mi voz de no ser grosero, de no ofender. Y me siento incómodo cuando tengo que hacer ese tipo de trabajo».
En otras palabras, He-Man no solo se convirtió en parte del legado profesional de Rubén Moya, sino que las enseñanzas y lecciones que daba el personaje en cada episodio, sumado a la definición de un personaje que representaba la humildad, justicia y bondad, dejaron una profunda huella en la vida de Rubén Moya. «El mensaje no solamente fue el que se envió hacía el público sino el que yo mismo recibí», sentenciaba en la mencionada entrevista.
La familia de Rubén Moya confirmó la noticia de su muerte a través de TikTok, dando a conocer que murió después de una dura lucha contra el cáncer de garganta. «Luchó durante meses y quería que esto se manejara con la mayor discreción posible porque estaba seguro de que iba a lograr salir adelante, de que iba a volver a trabajar», explicó su hijo Rubén Moya Ruiz. A pesar de haber perdido la batalla, recalcó que “se sentía realizado” y que era consciente del cariño del público tan aferrado al sonido de su voz.
«No quería que nadie perdiera esa imagen de hombre invencible, de He-Man, que todos tenían de él, pero estoy seguro de que así lo van a recordar porque ustedes lo amaron muchísimo”, añadía su hijo. Y con toda la razón del mundo. No hay más que ver las reacciones latinoamericanas en Twitter, donde los mensajes de cariño y el derroche de nostalgia que provoca el recuerdo del sonido de He-Man en español son una de las tendencias del día.
Al final, el doblaje de He-Man fue un trabajo breve en la extensa carrera de Rubén Moya. Pero el impacto cultural no entiende de duraciones ni tiempos específicos, tomándolo completamente por sorpresa el día que se dio cuenta que había formado parte de algo inolvidable.
Porque cuando algo cala hondo en la cultura popular, sobre todo en nuestras mentes influenciables de la infancia, no hay vuelta atrás. Y la voz de Rubén Moya formará siempre parte de nuestro recuerdo. De ese pasado infantil delante del televisor, viviendo aventuras justicieras con toda la inocencia de la infancia. Y con su voz gritando la emblemática frase transformadora como eslabón inolvidable de la nostalgia.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.