Política cordobesa
El peronismo cordobés supo poner en cancha alineaciones memorables. Los nostalgiosos recuerdan varias: las inspiradas por José Manuel de la Sota, donde la primera fue un dream team: ministros como Schiaretti, González, Maqueda, Caserio, Riutort hacían punta en un grupo cuyas canteras formaron a muchos de los que hoy aspiran a los mejores espacios. El “Gallego” nunca tuvo problemas en cambiar sobre la marcha y a veces hizo de esas modificaciones, exitosos relanzamientos de su propio gobierno. Estar en el banco, era una chance segura de que algún partido sería el adecuado para mostrarse.
Schiaretti apostó a seguro en su primer gobierno: cuadros con peso territorial y político. Testa, Elletore, Grahovac, Massei, Sosa, nuevamente “el Carlos” y “el Oscar”, lideraron un equipo que bailó con las más feas: remontar la confianza tras las duras acusaciones de Luis Juez, perdidoso por apenas un punto en aquella elección, y hacer frente en paralelo a tensiones con el gobierno kirchnerista (crisis con el campo, déficit de la Caja de Jubilaciones). El “Gringo” nunca fue proclive a los cambios y los que hacían banco lo sufrían. En la actualidad, el peso de Juan es tan grande que se hace difícil distinguir, mucho más recordar, a los integrantes de un elenco gubernamental vasto, pero poco vistoso.
Jugando el que hasta aquí es el partido más importante de su carrera, Martín Llaryora arma su equipo sin hesitar. El campeonato es largo y desgastante. Su plana mayor, entre secretarías y entes descentralizados (todas poseen igual rango) suma poco más de veinte lugares. Los suficientes para conformar un plantel pronto para disputar los partidos más disímiles. El reglamento actualmente permite muchos cambios, con lo que Llaryora posee numerosas alternativas. Pero a la cancha entran once.
Bajo los tres palos, cuenta con una histórica. Lo acompaña desde siempre en las difíciles secretarías privadas, donde hay que saber lo suficiente como para apuntalar diligentemente decisiones, urgencias, humores. Mariel Clavero cuenta con gran repentización, excelente manejo de climas y es notable en los penales.
En la retaguardia, el flanco derecho corresponde a una añeja dupla caracterizada como “los Olgos”. Victoria Flores (COyS) se proyecta por su andarivel con velocidad, aunque le gusta más cabecear los centros que lanzarlos. A su lado, Miguel Siciliano (Gobierno) cuida la “cueva” luego de haber intentado como líbero y sufrir más de la cuenta, cubriendo menos terreno, pero sintiéndose confiado. Mario Lacava (Desarrollo Social) es el segundo marcador central ideal: conoce el terreno y mete cuando hay que meter. Un incondicional, Marcelo Rodio (Transporte), asegura en el lateral izquierdo traslado confiable del balón, y también garantiza ruña cuando las papas queman: a lo vasco Olarticoechea en el Mundial 1986.
En el medio Martín, por ahora, juega sus propias apuestas. Un cinco clásico, Guillermo Acosta (Economía), pone raciocinio en un equipo presionado para ganar siempre. Algunos se quejan porque lo consideran el gordito que lleva la pelota, pero es inamovible y su juego satisface al conductor. Cubren el verde césped con mucho sacrificio y mirando el banco de reojo (varios quieren jugar ahí) Jorge Folloni (Ambiente) y Enzo Cravero (Ente Biocórdoba), hasta aquí dando razón al DT. Un “once mentiroso” al estilo del Eduardo Chavez que idolatró en su querido Sportivo Belgrano, Mariano Almada (Cultura y Juventud) tiene que aportar sorpresa pero sin descuidar la presión, fórmula que conoce bien.
Para el ataque, Llaryora opta por uno por adentro y otro por afuera. Bien metido en el área (metropolitana), llegó recientemente para hacer goles Gabriel Bermúdez, un trotamundos con experiencia y prestigio. Por afuera, el diminuto y ágil Juan Domingo Viola (Participación Ciudadana) trata de aportar asistencias y centros operativos, aunque la tribuna todavía no lo acepta del todo.
Los tenemos temperamentales y fríos, dúctiles y sacrificados, veloces y lentos, todos sumando a la causa, con lógicos problemas de vestuario: así es el fútbol.
En el banco tenemos variantes de todo tipo, dispuestos a ingresar a la cancha en el momento que fuere. Prolijos administradores del balón como el respetado Juan Manuel Aráoz (Tribunal de Faltas), creatividad con la “extrapartidaria” Liliana Montero (Políticas Sociales), históricos de confianza como Daniel Pastore (Comunicación, conocedor de otras formaciones sanfrancisqueñas que ambicionaron la gloria, como la de Jorge Bucco en los 90), explosión (que siempre suma) con Alejandra Torres (Modernización), veteranía y aplomo con Sandra Trigo (Mujer) y algunos que necesariamente tienen que parar la pelota para poner orden, como Verónica Bruera (General) o Andrés Varizat (Asesoría Letrada) que a veces e injustamente cargan con el enojo ajeno (se atribuye a José Manuel la frase “en un equipo siempre tienen que haber alguien a quien putear… si no lo putean al jefe”). Otros que jugaron varios partidos de titular, hoy miran desde una zona más frizada del banco: Alexandroff (Salud), Ferreyra (Educación) o Rey (Desarrollo Urbano). ¿Y Passerini? “En ese esquema sería el técnico alterno o ambiciona serlo”, dicen desde adentro, sin demasiada convicción; aunque cuenta y en alguna posición importante estará.
El destino dirá qué logros puede alcanzar este elenco, cuya principal ventaja frente a los rivales es estar formado y en actividad.
Armado sobre la marcha, respondiendo a negociaciones diversas, aclimatado dramáticamente en medio del covid y la insistente crisis, aún en formación (seguirá incorporando jugadores seguramente, los propios de Martín repartidos en otras ligas y los que el devenir aconseje incorporar), pero dispuesto a dejarlo todo para llegar a la primera escala. Leyó bien el lector, la primera, porque los campeonatos son muchos y, de ganarlos, permiten el acceso a certámenes cada vez más importantes.
Fuente: Hoy Dia / Por Pedro D. Allende