El hallazgo de la droga en un lavadero de barrio Müller, en la ciudad de Córdoba, abrió toda clase de suspicacias. Dudas en la Justicia federal.
«Avisaron antes a la prensa que a nosotros». En la torre de los Tribunales Federales de Córdoba otra vez hay ruido con la Policía provincial a partir de un generoso secuestro de droga.
Al igual que lo que sucedió en junio pasado, cuando la fuerza provincial halló de casualidad más de 200 kilos de marihuana que estaban ocultos en un camión estacionado en barrio Villa Páez, episodio que fue difundido antes de tiempo y que casi hizo caer una investigación de Gendarmería, ahora otra vez la divulgación pública de un importante secuestro de droga ha generado suspicacias.
De acuerdo a distintas fuentes consultadas por Cadena 3, recién en la madrugada de este miércoles se terminó de contabilizar el total de la droga hallada: 786 kilos de marihuana que estaban embalados en 33 prolijos packs de unos 20 «ladrillos» cada uno.
La Policía había informado que el secuestro de la droga se produjo en la tarde del martes, de casualidad. Fue un grupo de efectivos de las Brigadas Civiles que llegó hasta un lavadero de calle Diego de Torres al 500, en barrio Müller (a pocos pasos de la Costanera y a menos de 500 metros de la comisaría), siguiendo una supuesta pista de vehículos robados. Primero, se adujo que estaban buscando bicicletas. Luego, que estaban persiguiendo autos sustraídos.
Aquellos que conocen las entrañas de las investigaciones policiales, desde ayer vienen planteando reparos. «Acá hay un vuelto, no hay dudas. Otra vez la descoordinación entre las fuerzas provinciales y nacionales para perseguir al narcotráfico», apuntó un especialista en seguridad.
«Tenemos casi 800 kilos de marihuana, pero ningún narcotraficante detenido. Esto más que un golpe, es insólito», agregó otro funcionario judicial.
Es que no se trata de algo menor: el kilo de marihuana paraguaya se puede comprar al por mayor en entre 50 mil y 70 mil pesos. O sea, la droga secuestrada supuso una inversión de al menos 40 millones de pesos, sin contar todo el gasto relativo a la logística para su traslado y acopio.
Puesta en la calle, al menudeo, se calcula que el cargamento desbaratado iba a generar más de 250 millones de pesos en ganancias.
Por eso, tanto en la Justicia federal como en Gendarmería, fuerza que se hizo cargo de la investigación, se sostiene que detrás de esta droga tiene que haber alguien «pesado». Alguien que hasta ahora no existe en la investigación.
Según la versión policial, los efectivos llegaron hasta ese antiguo lavadero en busca de rodados robados. En el interior, hallaron tres vehículos con pedidos de secuestros: un Ford Focus, un Ford Fiesta y una Chevrolet Tracker. Y al revisar un pequeño depósito, se toparon con la droga toda junta, amontonada.
En segundos, mientras la prensa era anoticiada, el viejo predio (que supo estar en la mira de otras investigaciones desarrolladas por el robo de elementos en los últimos 20 años) se comenzó a llenar de policías de más jerarquías y de funcionarios políticos.
La propia jefa de Policía, Liliana Zárate, y el ministro de Seguridad, Alfonso Mosquera, llegaron hasta el lugar, pese a que ya estaban avisando que la participación de la Provincia había cesado ya que por la cantidad de la droga secuestrada todo era de competencia federal.
«Ahora tenemos que investigar todo desde cero, porque no hay absolutamente nada», se sinceraba a la noche un alto funcionario judicial.
A Gendarmería le llevó varias horas contabilizar el total de la marihuana secuestrada. Por ahora es la única certeza: 786 kilos de marihuana.
Las sugestivas cargas abandonadas
Desde hace años en la zona fronteriza con Paraguay es común que tanto Gendarmería como Prefectura anuncien el secuestro de toneladas de marihuana «abandonada». Dudosos operativos en los que los traficantes huyen «justo a tiempo» y en los que sólo se contabilizan los kilos hallados.
Fuentes de estas fuerzas de seguridad nacional apuntaron que esta clase de causas encubren otra realidad: se simula una persecución eficiente cuando de manera paralela se permite el paso de otros cargamentos más grandes.
O sea, sólo se hace número para las estadísticas.
Ante la reiteración de este tipo de «procedimientos» sin detenidos, tiempo atrás hubo diferentes investigaciones internas que derivaron en sumarios y traslados.